Publicado por Javier Fernández, nutricionista en Keval+
En este nuevo artículo del Blog de Keval+ vamos a tratar aspectos relacionados con la resistencia a la insulina. Esperamos poder aclararos algunas dudas tanto con este texto como con los PDF adjuntos que podrás consultar para ampliar información.
¿Qué es la resistencia a la insulina?
Cuando comemos carbohidratos, el páncreas produce insulina para ayudar a que la glucosa que proviene de estos entre en las células y sea usada como fuente de energía. La resistencia a la insulina (RI) se produce cuando las células, principalmente de los músculos, grasa e hígado, no responden bien a la insulina y no pueden absorber la glucosa de la sangre fácilmente. La presencia de glucosa en sangre es peligrosa y muchas patologías están asociadas a la RI, como veremos a continuación. La RI es altamente prevalente y se estima que un tercio de la población adulta padece dicha enfermedad, aunque la mayoría lo desconocen.
Factores de riesgo
Existen factores de riesgo genéticos o asociados al estilo de vida que incrementan la probabilidad de desarrollar RI o prediabetes:
- Sobrepeso u obesidad.
- Edad superior a 45 años.
- Padre/madre, hermano o hermana con diabetes.
- Pertenecer a grupos étnicos determinados: afroamericano, nativo de Alaska, indio americano, asiático americano, hispano/latino, nativo de Hawaii o americano de las islas del Pacífico.
- Inactividad física.
- Presión arterial alta y niveles anormales de colesterol.
- Antecedentes médicos: diabetes gestacional, enfermedad cardíaca, accidentes cerebrovasculares o síndrome de ovario poliquístico (SOP).
- Síndrome metabólico: una combinación de presión arterial alta, niveles anormales de colesterol y una cintura grande.
- Ciertos medicamentos, como los glucorticoides, algunos antipsicóticos y medicamentos para el VIH
- Trastornos hormonales, como el síndrome de Cushing y la acromegalia.
- Problemas de sueño, especialmente la apnea del sueño.
Aunque una persona no puede cambiar factores de riesgo como el historial familiar, la edad o el grupo étnico al que pertenece, sí puede modificar los factores de riesgo asociados al estilo de vida, como la alimentación, la actividad física y el peso, los cuales disminuyen la probabilidad de desarrollar RI o prediabetes.
Causas de la resistencia a la insulina
Metabolismo de los carbohidratos
Como he comentado, la glucosa es usada por todas las células como fuente de energía, siendo algunas de ellas absolutamente dependientes ella, como son las células del sistema nervioso y las sanguíneas. La glucosa en sangre es tóxica y se debe transportar rápidamente al interior de las células, ya que no puede superar los 60-100 mg/dL. Por esta razón, inmediatamente después de una comida rica en hidratos de carbono, la glucosa absorbida y liberada en la sangre activa el páncreas para que secrete rápidamente insulina y que la glucosa sea captada, utilizada y/o almacenada por los tejidos del cuerpo, sobre todo en músculos, tejido adiposo e hígado.
Cuando el páncreas no libera suficiente insulina o bien las células no pueden responder a ella, la glucosa no se puede eliminar de la sangre de forma rápida. Al seguir habiendo glucosa en sangre, el páncreas vuelve a liberar más insulina para poder introducir la glucosa las células y, poco a poco, se va generando la resistencia a la insulina.
Si quieres aprender más sobre el metabolismo de los carbohidratos, haz clic en el pdf anexo.
¿Qué pasa si hay un exceso de insulina en el cuerpo?
La hiperinsulinemia (exceso de insulina en el cuerpo) es un problema de salud importante, ya que puede provocar hipertensión, afectar a los riñones y dañar el sistema vascular. Además, el exceso de insulina aumenta el riesgo de desarrollar y hacer progresar ciertos tipos de cáncer, como el de próstata, y contribuir al desarrollo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Por otro lado, la hiperinsulinemia está íntimamente relacionada con la obesidad y el aumento de la grasa abdominal, incrementando el riesgo a sufrir aterosclerosis e incluso diabetes tipo 2 si no es tratada a tiempo.
Si quieres aprender más sobre las enfermedades asociadas a la resistencia a la insulina, haz clic en el pdf anexo.
Síntomas y diagnóstico
¿Cómo podemos detectar la resistencia a la insulina?
Las personas resistentes a la insulina suelen tener:
- Mucha sed, orinar frecuentemente y hambre constante. Además, puede sufrir variaciones sin razón de peso.
- Debilidad y fatiga inexplicada.
- Dificultad en la concentración y somnolencia, la cual es más pronunciada después de una comida que sea rica en hidratos de carbono.
- Problemas digestivos: hinchazón, flatulencias, estreñimiento, diarrea, náusea y vomitar intestinales.
- Niveles altos de colesterol y de triglicéridos.
- Infecciones genitales frecuentes tales como tordo.
- Presión arterial aumentada.
Cuando aparecen estos síntomas, en consulta solemos pedir dos pruebas bioquímicas para diagnosticar la RI:
- Análisis de sangre:
- Glucosa: Nos ayuda a valorar su equilibrio en el organismo. Se determina en ayuno y es una herramienta para detectar posibles pacientes diabéticos.
- Hemoglobina glicosilada: Los eritrocitos (células rojas de la sangre que contienen hemoglobina) tienen una vida media aproximada de 120 días. La hemoglobina es glicosilada debido al exceso de glucosa y constituye un parámetro adecuado para el control de los pacientes diabéticos durante los últimos 2-3 meses.
- Glucosa en orina: En pacientes con RI, el incremento de glucosa en sangre satura los transportadores que la filtran en los riñones y se acaba eliminando por la orina. Esta situación es conocida como glucosuria y es fácilmente detectable en una muestra de orina por medio de tiras reactivas.
Tratamiento
En función del paciente que tenemos en consulta, solemos abordar la resistencia a la insulina utilizando algunas o todas de las siguientes herramientas:
Fármacos que sensibilizan a la insulina
Debido a que la RI es una condición metabólica que incrementa el riesgo a sufrir enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2, los fármacos insulinosensibilizadores son cada vez más usados para tratar la RI en sujetos sin diabetes tipo 2. Entre los distintos fármacos, la metformina es el más común.
Berberina, el tratamiento natural
La berberina es un producto de origen vegetal con propiedades antidiabéticas, antibacterianas y mejora el sistema inmunológico. A parte de ser usada para tratar la diabetes, también se usa para otras patologías como la exceso de lípidos (grasas), enfermedades cardíacas y el cáncer. Su eficacia para regular la glucosa en sangre, aumentar la sensibilidad a la insulina y metabolizar las grasas (oxidar grasa) ha sido demostrada en casi más de 1000 estudios publicados en los últimos 5 años tanto en animales como en humanos. Estos estudios demuestran que la berberina es segura y disminuye el azúcar en sangre en las personas con diabetes tipo 2 sin todos los efectos secundarios perjudiciales que conlleva la toma de medicamentos como la metformina.
Si quieres saber un poco más acerca de los estudios de la berberina versus la metformina, haz click en este PDF.
Abordaje nutricional
El exceso de grasa corporal es uno de los principales factores de riesgo de desarrollar RI y por ello dietas enfocadas a perder grasa son la principal estrategia nutricional a llevar a cabo. Dietas hipocalóricas controladas en las cuales predominan las verduras, grasas (sobretodo tipo Omega-3) y proteínas frente a los carbohidratos, y en concreto aquellos de índice glucémico alto (con gran repercusión en la glucemia sanguínea como por ejemplo los dátiles) han dado muy buenos resultados en pacientes con RI. Además, la suplementación con ácidos grasos poliinsaturados, particularmente los del aceite de pescado, ha demostrado ayudar a disminuir la RI.
Tanto los planes nutricionales como el uso de berberina y/o metformina debe ser individualizado y adaptado a cada paciente, ya que en consulta trabajamos con una gran variedad de personas con un historial clínico muy distinto, requiriendo un abordaje personalizado. Como recomendación, una dieta saludable y equilibrada, acompañada de ejercicio físico, siempre van a tener un impacto positivo sobre los niveles de insulina en sangre y la salud en general, pero en casos patológicos, siempre aconsejaré abordarlo con un profesional.
Bibliografía
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